viernes, 9 de septiembre de 2011

A lo largo de mi aún corta vida, he aprendido mucho, cosas buenas, malas o simplemente necesarias. Pero si debo decir algo de lo que estoy segura, es que nada es lo que parece, la vida es bonita, pero tras su belleza esconde armas dañinas en forma de personas, situaciones e incluso en algunas veces en el que nuestro peor enemigo somos nosotros mismos.Se podría decir que la vida es ese libro que llenamos poco a poco, en el que cada página escrita es una sonrisa más un llanto de lamentos.Y ahora tras años sé, que las caídas son el coste de los cobardes y el incentivo de los luchadores, que una lágrima puede esbozar sonrisas y las sonrisas derramar lágrimas. Que la suerte es la excusa de los perdedores y la ofensa de los ganadores, que el destino está escrito, pero no leído… Que los amigos escasean y los colegas son una plaga, que la hipocresía es algo ya común. Tantos sentimientos y tanto que decir de ellos, que el odio es relativo, pero más lo es el amor, que la envidia no es más que el reflejo de la impotencia.
Que darlo todo es peligroso y no dar nada inhumano.Que aunque suene duro la maldad es humana y la bondad un oasis.Y me atrevería a decir que la verdadera perfección reside en asumir la imperfección y hacerla válida.Que las noches más largas son aquellas en las que no se duerme, por el hecho de estar soñando despierto, por tenerte en mi cabeza y al fin no haberte sacado de ella.Que la vida está para vivirla.

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